Tras un título tan extraño y tremendamente complejo formado por tres nombres –Marcy May, tal y como se explica en la propia película es dos en uno– se esconde una intrigante historia sobre una joven que deambula entre una familia perdida y la búsqueda de su identidad. Un personaje tan falto de cariño y temeroso, resulta carne de cañón para todo tipo de secta-comuna, lugar en el que Martha encontrará durante un tiempo algo de paz.
Contada de forma paralela, combinando flashbacks de su vida en una especie de secta con su vida actual junto a su hermana, Sean Durkin –que debuta en el mundo del largo como director–, intenta establecer quién es Martha y hasta qué punto valores y conceptos como bien y mal terminan cruzándose en la mente de su protagonista. El cineasta elige un estilo pausado, estilísticamente bien pensado, buscando siempre un plano que muestre la cadencia y el alma de la secuencia, algo que aunque pueda sonar pretencioso resulta muy agradecido. En el apartado narrativo, el guión –obra también de Sean Durkin– es toda una lección sobre lo sugerido, en ocasiones algo excesivo, que exige un esfuerzo adicional para comprender la historia. Aquí no hay nada explícito y todo se presenta de forma que el espectador pueda ir construyendo la historia de Martha Marcy May Marlene a medida que avanza la película.
Ganadora del premio al Mejor Director en la última edición del Festival de Cine de Sundance , este primer trabajo de Durkin resulta un excelente trabajo sobre la necesidad de amor y de cómo determinados presupuestos sociales puede terminar por enterrar el cariño que todos, como seres sociales, necesitamos. Excelente trabajo de su protagonista Elizabeth Olsen, hermana pequeña de las famosas gemelas Olsen (Mary-Kate y Ashley, protagonistas de series como Padres forzosos, con la que dieron el salto), actriz a la que auguramos una larga carrera vista su presentación en este estilístico drama independiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario