sábado, 30 de julio de 2011

"Bad Teacher", profesora cañón, película coñazo

Parece que a Hollywood cada vez le cuesta más parir una comedia en condiciones, y salvo contados ejemplos del tipo Woody Allen –al margen de ese circuito y volcado más en sus rodajes y carrera europea–, los hermanos Farrelly –muy de vez en cuando– y un par de directores más, el resto o bien han cogido sus bártulos y se han mudado a la televisión –que más cuidados ofrece, además de seguridad económica y creativa– o bien han cambiado de oficio y ahora se dedican a placeres más sanos, como por ejemplo la horticultura.

Todo esto viene a cuento porque Bad Teacher nos promete en su trailer ,y también en su sinopsis, las vivencias y locuras de una despiadada profesora macarra en busca de pasta. Algo que debería garantizar, como mínimo, unos diez o doce gags en condiciones. La realidad es que su guión se esconde tras una serie de pinceladas más que graciosas, algo cachondas y, sobre todo, previsibles, y que el resto lo ponen la chispa y la fotogenia de una Cameron Díaz ya madurita, pero con una forma física y cinematográfica envidiable. De ahí la rabia, al contar con un guión que no está a su altura y que se limita a trazar líneas alrededor –sin tocar, ni rozar siquiera– de lo que podría haber sido la mejor y más gamberra comedia de la temporada.

Deben pensar los productores que ser hijo de un guionista capaz de imaginarse y escribir historias como las de El imperio contrataca, En busca del arca perdida, Fuego en el cuerpo, El turista accidental, Gran Canyon o Mumford, ya es currículum suficiente para cederle la batuta de semejante proyecto. Y ese error les ha llevado hasta Jake Kasdan, hijo del mencionado Lawrence Kasdan. Aunque no nos equivoquemos, el punto de partida sigue siendo un guión flojo, previsible y escasaemente emocionante, y eso, esta vez, no es responsabilidad suya.

Por suerte, la omnipresencia de la melena rubia de Cameron Diaz y determinados destellos de actores como Jason Segel –al que podemos ver casi a diario en Como conocí a vuestra madre– hacen más digerible y entretenida esta regular comedia. Ah, sí, y también está Justin Timberlake, que según parece quiere ser actor.

miércoles, 27 de julio de 2011

"Cirkus Columbia", regreso brillante a tierra de nadie

Danis Tanovic, aunque algunos no les suene, es uno de los directores bosnios más conocidos internacionalmente. Y lo es con una filmografía tan escasa que nos sobran los dedos de una mano para contarlas –cuatro y un segmento de 11 de septiembre–. Su talento se destapo cuando consiguió el Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2002 y el Globo de Oro con En tierra de nadie (No man’s land): análisis ácido, tremendamente crítico y entretenido, en clave de comedia, sobre la ridícula situación de la guerra de los Balcanes. En ella, y con un argumento aparentemente sencillo, casi anecdótico –dos soldados enemigos, uno bosnio y otro serbio, atrapados entre ambas líneas–, Tanovic retrataba, en forma de esperpenteo, las vilezas de una guerra basada en el mayor de los absurdos, y con ella la política y los medios de comunicación.

Diez años después el cineasta regresa al mismo tema, pero situando la trama argumental unos años antes de esa misma guerra, en 1991 días después de la muerte del Mariscal Tito y con la inminente caída del comunismo en ciernes. El relato, adaptación de la novela de Ivica Dikic, se centra esta vez en las aventuras de Divko, un bosnio que huyó del comunismo y que ahora regresa convertido en nuevo rico para recuperar lo que, según él, le pertenece: su casa y su hijo. De nuevo el guión, coescrito junto con el novelista, utiliza de nuevo la esperpentización de los comportamientos para demostrar como los vencidos, ahora convertidos en vencedores y supuestos ‘demócratas’, repetirán idénticos esquemas y abusos que los antiguos dominadores, los comunistas.

El punto de vista elegido es el de un hijo que se debate entre la fidelidad a su madre, y con ella a todo lo que supone el antiguo régimen, y el bienestar económico que le ofrece un recuperado padre incapaz de prestar más atención a su hijo que a su gato perdido. El cine de Tanovic se mueve entre el simbolismo y la comedia absurda, dejando al aire todas las vergüenzas y retratando a la perfección todas las bajezas del ser humano. Divertida, sumamente rigurosa a la hora de reírse de unos y otros, Tanovic, sin glamour ni artificios, consigue con Cirkus Columbia, un cine actual tremendamente crítico.

martes, 26 de julio de 2011

Trailer final de "La piel que habito" de Almodóvar

¿Se ha vuelto Almodóvar un poco Tarantino? ¿Ha sido abducido por un ente extraño? Lo cierto es que este trailer es extraño, y la música no hace más que acentuar su singularidad.

domingo, 24 de julio de 2011

"El amor de Tony", humilde cine francés

Seguramente Aleix Delaporte, la directora y guionista de El amor de Tony, no lo sabe pero su relato es heredero directo de la obra maestra de Ricardo Franco, La buena estrella. Y salvando las distancias, sus personajes se mueven en similares círculos y responden a patrones similares.

De entrada, Delaporte ha debutado con una ópera prima que juega al cine social cuando en realidad lo que nos cuenta tiene más que ver con el aislamiento y la soledad que con cualquier análisis socio-económico. Lo que no significa para nada que lo eluda: el entorno en el que se mueven Tony y Angèle es frío, hostil y huele a pescado que tumba. No vemos edificios sí en cambio, almacenes, factorias o pequeñas casas que circundan el puerto. Todo forma parte metafórica de soledad del alma que intenta describirnos. Así, jugando con uno de los personajes de La vida soñada de los ángeles –no olvidemos que aquí también tenemos una Angèle– la película intenta mostrarnos que a pesar de los contrastes entre las vidas de Tony y Angèle, ambos padecen idénticas carencias emocionales. La rutina de pescador se ve alterada por la presencia desbordante de una joven inconsciente que ha pasado por la cárcel y que intenta recuperar a un hijo al que apenas conoce.

Y aunque no estamos ante una obra maestra, ni siquiera a la altura de las anteriormente mencionadas –La buena estrella, La vida soñada de los ángeles– , El amor de Tony es una encomiable primera película que, redenciones finales a parte, resume de forma certera uno de los males de la sociedad actual: la insolidaridad y la falta de cariño. Los premios recibidos hasta ahora –el de la Crítica en la Mostra de Valencia y el Premio Michel d'Ornano a la Mejor Ópera Prima francesa, entre otros– avalan la calidad del trabajo, tanto de su directora, como sus dos protagonistas, Clotilde Hesme y Grégory Gadebois.

viernes, 22 de julio de 2011

"Cuando un hombre vuelve a casa", metáfora de director

Thomas Vinterberg es un cineasta danés conocido y adscrito al movimiento Dogma 95, puesto en marcha en ese mismo año por el enfant terrible del cine europeo Lars Von Trier, junto con otros tres directores más. A Vinterberg le toco el honor de dirigir la primera película rodada bajo esas férreas y singulares medidas cinematográficas, con un resultado brillante: Celebración consiguió llevarse una ingente cantidad de premios, entre ellos el Especial del Jurado en Cannes 98. Además de fama y prestigio suficientes como para ser contratado en Hollywood, donde ha dirigido dos películas más.

Cuando un hombre vuelve a casa, su quinto largometraje, es también una metáfora de su propia carrera, ya que le sirve al director para regresar a su cine, a su país y a un estilo personal que comenzó a tomar forma precisamente con Celebración.

El argumento, dividido en dos partes que finalmente terminan cruzándose, nos habla por un lado de Sebastián, un joven aprendiz de cocinero que intenta poner en orden su vida emocional abandonando a su novia de siempre por un recién aparecido amor de la infancia. Al mismo tiempo, en su pequeño pueblo se preparan para celebrar la llegada del hijo pródigo, un famosísimo de tenor que regresa a su pueblo para reencontrarse con su pasado.

No hay subterfugios ni giros extraños en su cine, articulado siempre a partir de la comedia humana y sobre la desastrosa forma en la que los seres humanos respondemos a los envites de nuestra parte emocional. A través de los dos personajes, el joven y el adulto, nos mostrará los errores del pasado y la posibilidad de redención gracias a una segunda oportunidad. No es tampoco el suyo un cine grandilocuente, ni siquiera sofisticado. Su comedia es sencilla, más próxima al cine francés que al resto de los estilos europeos. Vinterberg no busca la carcajada, sino la complicidad, y dado que su estilo no es nada pretencioso, la mayoría de las veces la consigue.

Del Dogma 95 ha aprendido a no sucumbir ante los elementos escénicos que el cine permite, lo que en la película se traduce en una excelente fotografía, siempre que la luz y el paisaje se lo permiten.

miércoles, 20 de julio de 2011

"Mientras duermes" trailer oficial

Trailer de Mientras duermes, la nueva película de Jaume Balagueró protagonizada por Marta Etura, Luis Tosar, y Alberto Sanjuan. De entrada, con lo que vemos, podría convertirse en la mejor película de Balagueró, eso a pesar de que la historia suena a dejà vu.

"Blackthorn", western de la vieja escuela, actualizado

Doce años sin volver a dirigir, le ha costado a Mateo Gil el pequeño resbalón que supuso su debut con Nadie conoce a nadie (1999). Y es que a algunos directores la taquilla española –y sobre todo los productores– no les perdona ni una. Es cierto que en ese periplo han surgido de su mano colaboraciones en guiones con tanta calidad como Mar adentro (A. Amenábar 2003), El método (M. Piñeyro 2005) o Ágora (A. Amenábar 2009).
Lo curioso de la película que nos ocupa es que, siendo Mateo Gil guionista de reconocido prestigio, capaz de escribir diálogos tan ingeniosos como los de su magnífico corto Allanamiento de morada (1998), en esta ocasión solamente se ha encargado de dirigir, dejando la escritura en manos de Miguel Barros. El resultado podemos asegurar, es mucho más que aceptable, entre otras razones porque Blackthorn está concebido –de principio a fin– como un western crepuscular, muy próximo por estilo, narrativa y descripción de personajes, a obras maestras como el Sin perdón de Clint Eastwood o el reciente Valor de ley de los hermanos Coen.
Su punto de partida es llamativamente seductor: Blackthorn es el apellido de un sexagenario criador de caballos que sobrevive a duras penas en un rancho perdido de las montañas bolivianas. Una verdad a medias que encubre el turbio pasado como ladrón de bancos de un tipo que bien podría ser el legendario Butch Cassidy. Sin perder de vista el gran referente iconográfico que supuso Dos hombres y un destino –escrita por William Goldman, dirigida por George Roy Hill y protagonizada por Redford y Newman–, película que profundizó todavía en más leyenda de esta pareja de fugitivos, el director ha construido su particular visión partiendo de un hecho nunca demostrado: según los datos, Butch ySundance –alias de Robert L. Parker y Harry A. Longabaugh– murieron a manos de un pelotón del ejército boliviano en 1908 en San Vicente. Sin embargo, otros historiadores han conseguido testimonios de personas que afirman haber tratado con Cassidy mucho tiempo después del famoso altercado de San Vicente. Con esos detalles, guionista y director articulan un relato al más puro western –con Bolivia de fondo– en el que sus protagonistas se mueven siempre entre la amistad, la traición y los límites del bien y del mal.
Igual que el Clint Estwood ex forajido, o el Jeff Bridges cazarecompensas amoral en Valor de ley, Sam Shepard recoge el testigo de ex pistolero redimido y lo hace con brillantez gracias a su sabiduría y experiencia en este tipo de trabajos. Persona y personaje se funden y ni siquiera su discutible pronunciación del español consiguen empañar un trabajo de altura. Junto a él, otro grande de la interpretación, el británico Stephen Rea, y entre ambos se defiende, bastante bien, Eduardo Noriega, actor fetiche de Mateo Gil y Amenábar, que pone la nota española en una película directamente enfocada al mercado internacional, al estar rodada –en su mayoría– en inglés.

martes, 19 de julio de 2011

"Caballeros, princesas y otras bestias", un quiero, pero no puedo, o no sé cómo

No nos atreveríamos a calificar a David Gordon Green de mocoso con ínfulas de autor-director, pero sus escasos 36 años –cinematográficamente hablando– y su aspecto desaliñado a lo Zuckenberg (el creador de Facebook), le han convertido en una especie de adolescente gamberro y bromista tras la cámara. Parece mentira –pero no lo es– que a su corta edad lleve a sus espaldas tantas películas –siete para ser exactos, una de ellas en postproducción– y una serie para la HBO, traducida en España singularmente como De culo y cuesta abajo.

Con semejante currículum llega a su sexta película, Caballeros, princesas y otras bestias, un encargo de amigo, el actor y comediante Danny McBride, que además de firmar el guión la protagoniza. Con ella tanto McBride como Ben Best, ambos guionistas, y su director, Gordon Green, han intentado trasladar el nivel de parodia que tan buenos resultados les dio a los creadores de Shrek. Así, el juego-disputa entre los dos hermanos, el guapo y valiente frente al feo y torpe, funciona medianamente bien cuando el guión les permite saltarse a la torera las reglas épicas de las novelas de caballerías y convertir su aventura en una auténtica montaña rusa de locuras y excesos. El problema es que el relato está plagado de pausas románticas y guiños un tanto tontorrones a las budy movies (películas protagonizadas por dos colegas), que terminan encorsetando personajes y diálogos hasta el punto de impedirles disfrutar plenamente de un espectáculo de incontinencia visual y verbal, que es lo que a los espectadores nos pide el cuerpo.

Aún así, es justo reconocer ciertos momentos brillantes que recogen –y mezclan- el espíritu de películas como La princesa prometida, Los visitantes o, como hemos apuntado antes, el mismísimo Shrek.

A muchos nos hubiera gustado que la presencia de Natalie Portman, además de para enseñar el trasero, se viese correspondida con una presumible vis cómica. La realidad es que, tanto por guión como por intención, ese mérito sólo le corresponde a Danny McBride y a su fiel escudero, papel protagonizado por un semidesconocido Rasmus Hardiker. Del resto, salvables James Franco, Damian Lewis y Toby Jones, extrañas presencias en una semi-desatada comedia paródico-medieval.

lunes, 18 de julio de 2011

"Cena de amigos", infidelidades y otras hierbas

Si tuviéramos que guiarnos por la imagen que el cine nos ha ofrecido en lo que va de año de nuestro país vecino, deberíamos pensar que los franceses son unos mentirosos patológicos: Una dulce mentira, historia en la que su protagonista intenta engañar a su madre a través de unas cartas, o Pequeñas mentiras sin importancia, una historia coral de amigos incapaces de enfrentarse a sus propias realidades, son dos ejemplos corroborados por esta Cena de amigos escrita y dirigida por Danièle Thompson.

Lo cierto es que los franceses no son ni más ni menos mentirosos que sus vecinos alemanes, italianos o españoles. Lo que sí hacen, en ocasiones de forma un tanto empalagosa, es insistir una y otra vez en el mismo tema, y a veces, como en este caso, sin aportar argumentos más allá del propio enredo que pueda suscitar la mentira por sistema.
Cena de amigos es uno de esos productos de segunda b que, misteriosamente, consiguen sobrevivir en la cartelera gracias a un grupo de actores interesantes que en otra vida, es decir en otras ficciones, mejores resultados consiguieron. Desde el cómico más popular y mejor pagado del cine actual francés, Dany Boon, el cantante y compositor Patrick Bruel, pasando por Emmanuelle Seigner, esposa de Roman Polanski, hasta el prestigioso Patrick Chesnais, todos tienen recursos de sobra para evitar sospechosas acusaciones de afonía escénica. El problema, por tanto, no es de continente, sino de contenido: el guión de la propia directora y su hijo, el también actor Christopher Thompson, intenta envolvernos en una serie de engaños cuyo centro de gravedad se concentra en la famosa cena de amigos, y cuyo desenlace debería llegar un año después de ese fatídico día. La realidad es que la cena crea más expectativas de las que resuelve y que el sustento en las mentiras ni siquiera sirve de catarsis para un grupo de personajes que sobreviven entre el amor, la desidia, la infidelidad y un variado menú de crisis generacionales. Al final, lo que queda, más bien poco, son ciertos destellos de mala leche y un puñado de interpretaciones desperdiciadas.

viernes, 15 de julio de 2011

"Resacón 2 ¡Ahora en Tailandia!", pues eso, más de lo mismo, pero peor

Era cuestión de tiempo –poco– que los productores de Resacón en Las Vegas aprovechasen la gallina de los huevos de oro en se había convertido su película –en 2009 la película más taquillera para mayores de 16 años, con el beneplácito de la crítica que les obsequió con un Globo de Oro al Mejor Comedia / Musical– para llenar las arcas con una segunda parte.
A quienes se acerquen hasta este Resacón 2, ¡Ahora en Tailandia! más les vale que no esperen originalidades, porque no las hay. Esta segunda parte repite, además de director, Todd Phillips, elenco, esquema, estructuras y situaciones. No hay nada nuevo, o mejor dicho, sí: que en su periplo por la noche tailandesa los guionistas se han saltado a la torera todas las ataduras sexuales a las que el cine de Hollywood nos tiene acostumbrados. Los tres desmemoriados juerguistas utilizan esta vez como disculpa la boda de otro de sus amigos para repasar muchos de los cliches tailandeses: desde la omnipresencia silenciosa de los monjes budistas, hasta los enfrentamientos con los duros antidisturbios tailandeses, pasando por el tan manido, y realista, turismo sexual y transexual.
Sin superar el gamberrismo de su primera propuesta, como mínimo, los gags y los diálogos nos garantizan momentos descacharrantes –menos de los que cabría esperar- y entretenimiento asegurado. Primitivo: sí. Divertido: también. El casting vuelve a funcionar con los mismos Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis, Justin Bartha y Ken Jeong , a los que se les añade Paul Giamatti y un breve cameo de Mike Tyson.
Dicen que lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, pero que nadie se sorprenda si después de arrasar Bangkok, los productores trasladan su franquicia y, por poner un ejemplo, dentro de dos años asistimos a un viaje-party en la que los tres amigos sodomizan a lo más granado de la sociedad ibicenca en las pistas de Amnesia o Pachá.

lunes, 11 de julio de 2011

"Tintín y el secreto del Unicornio" Trailer

Estreno del trailer de "Tintín y el secreto del Unicornio", lo que podría ser el principio del trasvase de "Las aventuras de Tintín" al cine. De momento, decir que tiene buena pinta. Produce y dirige Steven Spielberg, con guión de Steven Moffat, Edgar Wright y Joe Cornish, los dos primeros, cineastas y guionistas de reconocido prestigio, y los dos segundos, un poco menos serios y más gamberros. La mezcla es extraña, pero no debería salirles mal el producto.

Además del trailer en V.O., os dejó también aquí el trailer doblado en español.

jueves, 7 de julio de 2011

"Solo una noche", retrato insípido de la infidelidad

La infidelidad, y todo lo que la rodea, quedó plasmado con la belleza que caracteriza al maestro británico en Eyes Wide Shut: Kubrick radiografió la psicología de una pareja en un punto álgido muy próximo a la ruptura. Quizá, por esa razón, todo lo que nos llegue con esa intención nos parecerá superfluo, dada la enorme complejidad de superar la sutil genialidad de Stanley Kubrick en el que sería su último trabajo.

Que es lo que ha intentado, al menos narrativamente, la guionista Maíz Tadjedin en su debut como directora en Solo una noche. El principal problema de la película, que se inicia como la de Kubrick, en mitad de una fiesta, es el desinterés que provocan sus protagonistas. Joanna (Keira Knightley) y Michael (Sam Worthington) forman un joven matrimonio que funciona medianamente bien. Hasta que surge un viaje en el que Michael estará acompañado por Laura (Eva Mendes). Al mismo tiempo, la esposa se cruzará de nuevo con un amor del pasado, Alex (Guillaume Canet, actor y director, al que veremos en unos días en El caso Farewell), del que todavía quedan las brasas. Son varias las losas que este historia debe sorportar y que terminan por aplastarla, convirtiéndola en un trabajo de serie B, con aspiraciones estéticas, pero sin contenido apetecible. Que la pareja formada por el matrimonio evidencie una palpable falta de química puede resultar bastante práctico teniendo en cuenta el tema que se está tratando, pero que ese mismo problema lo encontremos en los pecaminosos amantes, Sam Worthington y Eva Mendes, resulta imperdonable.

Igual de importante -negativamente hablando- es una excesiva verborrea de sus protagonistas, inmersos en diálogos interminables que, generalmente, nos conducen a ninguna parte, sirviendo únicamente a un planteamiento narrativo muy próximo a lo teatral, con escasas localizaciones y planes muy largos.

Solo una noche quiere ser un drama romántico que habla sobre los celos, sobre el peso que para una relación estable supone el arrepentimiento y la culpa, pero al final, el resultado es un divagación sobre los problemas de una pareja en su forma de relacionarse con el pasado y el presente. Divagación que provoca, en muchas ocasiones, falta de interes y algo de aburrimiento.

"Tranformers 3", chatarra, batallas y poco más

Llega la que, según muchos, será la película más taquillera de este verano, la tercera entrega de esa rentabilísima franquicia llamada Transformers, esta vez con un título que parece sacado de un disco de Pink Floyd. Su argumento, una reinterpretación de la historia según la cual, el primer viaje a la luna, el de aquel famoso “ha sido un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”, no fue más que una tapadera para poder investigar una nave alienígena –cibertroniana para más señas- liderada por el genio de los autobots, para entendernos, los Transformers buenos. No vamos a desgranar aquí un argumento que nada puede ofrecernos, ya que lo importante de este producto tiene únicamente que ver con su operación de marketing comercial -recordemos que su campaña comenzó hace unos cuantos meses con la presentación de los primeros minutos de la película en 3-D, en un espectáculo bendecido con la presencia del ambicioso y megalomániaco James Cameron- y con su atronadora capacidad para apabullar en salas dotadas con las últimas tecnologías en sonido e imagen.

Michael Bay, director de las tres películas, es un tipo inteligente, un director de acción eficiente, capaz de cepillarse el solito desmedidos presupuestos en efectos, persecuciones, tiroteos y explosiones varias, pero también de hacer ganar a sus productores una ingente –a veces casi indecente- cantidad de dinero con todas sus películas. A Bay, y a quienes le contratan, les importa un pimiento lo que diga la crítica de sus películas. Ellos hacen cine para vender, no para que alaben sus historias. Aunque en el trayecto consiguen batir los mejores records del cine de acción, de tipo “la película con más explosiones”, “la secuencia con más disparos y con diálogos más absurdos”, o ya puestos “el plano más corto”. El suyo es un cine espectáculo pero sin ningún sentido, hecho a la medida de un público descaradamente joven, friki y con poco cerebro que pide más y más en luchas, peleas e innovaciones técnicas deslumbrantes, pero que poco o nada tienen que ofrecer al verdadero cine. Aunque, con semejante derroche de virguerías digitales sorprende que en una de sus escenas –al principio de todo- nos ofrezcan planos reales del presidente Kennedy mezclados con otros en los que la reconstrucción de su cara deja bastante que desear en cuanto a cuestiones técnicas.
Digitalismos a parte, Transformers 3 es un espectáculo excesivo protagonizado por robots, y con muy poco espacio para los actores de carne y hueso. Aunque en cuanto a carne, la mejor tajada se la lleva la presencia de la modelo favorita de Victoria’s Secret, Rosie Huntington-Whiteley, ya que en realidad es lo único que se puede apreciar en su intento por ejercer de actriz. Ni el inexpresivo protagonista, Shia LaBeouf, ni el caricaturesco John Turturro, ni el cachas Josh Duhamel, ni siquiera la correcta Frances MacDormand, son capaces de encandilar lo más mínimo en este espectáculo al servicio de las creaciones de Hasbro.

lunes, 4 de julio de 2011

"Hermano", el fútbol como disculpa para hacer buen cine

Son tan pocas y tan contadas las películas que el cine le dedica a ese deporte nacido inglés pero perfectamente adoptado por el carácter latino, llamado fútbol, y tan escasos y aislados los ejemplos de cine venezolano en nuestras salas, que cuando llega nos pilla a todos casi de vacaciones. Aún así, es de agradecer la valentía de los distribuidores –aunque, siguiendo las reglas del marketing, hubiese sido más acertado estrenar en plena Champions y ligar el estreno al apogeo del fútbol–  para traernos este ejemplo de cine por encima de la media. Porque Hermanos, sin ser una obra maestra, tiene un pulso, un ritmo, un montaje y una realización visualmente brillantes.

Su relato se basa en los lazos de cariño y la amistad forjados entre dos hermanos –hermanastros en realidad, ya que uno de ellos fue encontrado en una escombrera y adoptado- y como el fútbol se convierte en reflejo y presencia constante en sus vidas, tal vez una salvación. Seguramente algunas voces clamarán por la falta de figuras, es decir estrellas, en el telón de fondo de la historia: no se mencionan, ni se ven, a ídolos del pasado tipo Maradona o Pelé, tampoco del presente como C. Ronaldo, Messi, ni siquiera a los locales como Giancarlo Maldonado o Renny Vega. Y quizá esa sea también una virtud que debemos agradecer a su guionista y director, Marcel Rasquin, que debuta con buena nota en el mundo del largometraje.

Más que una visión del fútbol, Hermano nos ofrece una historia de profunda amistad enmarcada en un entorno suburvial, hostil y miserable, un retrato con una crítica social y económica no constante ni latente, pero presente durante todo el metraje. Es esa Venezuela que a su presidente y a muchos políticos no les gusta ni interesa mostrar, una Venezuela tan real como sus concursos de belleza o sus paradisíacas playas. Por estilo visual, e incluso por temática, Hermanos nos recuerda lo mejor de Ciudad de Dios, menos pretenciosa en ambiciones narrativas y en presupuesto. Y si a aquellos niños de Brasil les salvaba la fotografía y la música, a estos dos venezolanos sólo el fútbol les puede librar de una vida abocada al robo y la delincuencia.

domingo, 3 de julio de 2011

"Un cuento chino", comedia dramática de la buena

Ricardo Darín es capaz de dar dimensión de gran obra a cualquier película siempre que el guión le permita un personaje sólido, mínimamente interesante y bien aliñado. Y en Un cuento chino tiene de sobra. Es un tipo huraño, un ermitaño bueno y sensible, bastante gruñón pero también honesto y valiente, sumamente valiente. Sólo por eso merece la pena gastarse el dinero de una entrada.

A Darín lo que es de Darín y al cine argentino, por supuesto, agradecerle la habilidad para convertir la anécdota en cuento universal. Porque aquí –como reza el título– se trata de un cuento estructurado a partir de la tragedia de dos hombres, dos hombres distintos, distantes –en las antípodas físicas y culturales, Argentina versus China–, y sin embargo unidos por el dolor que produce en el alma la ausencia. Pero el destino les ha unido cual extraña pareja y, quizá, esa sea su salvación. Roberto (Darín) ayudará a Jun (Ignacio Huang) a encontrar a su familia perdida, mientras, Jun, sin pretenderlo encenderá los rescoldos del amor que encierra Roberto en su interior, y que le impide abrir su corazón hacia Mari (Muriel Santa Ana).

Escrita y dirigida por Sebastián Borensztein, la historia parte de un hecho casual y fortuito –recomendable quedarse hasta el final de la película para entenderlo– que será el que cruce las vidas de los dos protagonistas. A partir de ahí, el cuento se transformará en un historia real, a través de la cual los personajes nos enseñarán cuáles son las cosas que realmente importan. Borensztein saca muy buen partido jugando y mezclando drama con un finísimo humor gris oscuro, que convierten a Un cuento chino en una sensible, tierna y entretenida tercera película.