Nuevo espectáculo visual sobre posesiones y demás parafernalia infernal, que pretende rellenar el vacío demoniaco en el que hasta ahora permanecía la iconografía religiosa judía. The Possession, tal y como resume la sinopsis previa, resume cómo una pareja recién divorciada se enfrenta a la posesión de su hija pequeña.
La singularidad –ya mencionada– es que el poseedor es esta vez un dibbuk, espíritu encerrado en una enigmática caja, según la tradición judía.
Teniendo en cuenta la lista de relatos sobre posesiones –larguísima y engordada últimamente con innecesarios remakes– poco o muy poco consigue aportarnos esta aproximación al género del danés Ole Bornedal que no se haya contado ya en obras pioneras como El Exorcista. En ella encontramos desde las miradas locas, los cambios en los ojos, movimientos de camas, levantamientos del suelo, extraños vómitos y demás tópicos.
Ole Bornedal autor que alcanzó fama hace años gracias a El vigilante nocturno (1994), película que él mismo volvió a dirigir en el remake made in USA y que en España se rebautizó como La sombra de la noche (1997), demuestra su eficiencia y sus conocimientos, pero el enfoque de la historia –se nos vende con un manido “basado en hechos reales”– y un guión teledirigido –género por encima de todo– no le permiten pasar del aprobado.
Abandonando totalmente esa premisa de realidad, sin apenas sorpresas y con un final previsible, The Possession, se sostiene gracias a los sustos y a la presencia de dos actores más conocidos por sus devaneos televisivos que por sus trabajos en la gran pantalla. Kyra Sedgwick, recién terminado el rodaje de la séptima y última temporada del inteligente y eficiente policiaco The Closer, nos ofrece su talento junto a Jeffrey Dean Morgan, al que hemos visto también en las primeras temporadas de Anatomia de Grey y en la versión cinematográfica de Watchmen. Natasha Calis, la joven protagonista, demuestra desenvoltura y talento, lo que le augura una fructífera carrera como actriz.
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