domingo, 9 de diciembre de 2012

"Vacaciones en el infierno", el regreso del Mel Gibson

Tras un parón de casi seis años, varias detenciones y sus consiguientes rehabilitaciones, Mel Gibson parece haber pillado carrerilla, concretamente a velocidad de una película por año. Y parece que poco a poco remonta el vuelo. Su anterior trabajo, El Castor, irregular, extraño, y psicoanalítico, parece haberle servido como catarsis para reencontrase de nuevo con su “yo” más heróico y cinematográfico. Que es lo que se nos presenta, sin un ápice de duda, en Get The Gringo (Atrapa al gringo), traducida aquí siguiendo los dictados del prólogo fílmico como Vacaciones en el infierno.
Las vacaciones, en este caso, son los días que su personaje, apodado escuetamente Driver, tiene que pasar en “El Pueblito” una surrealista prisión mejicana en la que para sobrevivir más de un día necesitará algo más que un milagro. Pero para un tipo como Gibson, perdón para Driver, es el sitio ideal, un lugar en el que un timador veterano como él puede llevarse el gato al agua y conseguir más dinero del que tenía antes de entrar. Desde sus primeros minutos la película resulta casi autoparódica, plagada de gags y chistes de diálogo bien pergeñados que la convierten en una suerte de comedia de acción: terreno ideal para un tipo como Gibson que tan buenos momentos nos ha brindado en sus cuatro entregas de Arma Letal, e incluso en comedias como Dos pájaros a tiro, Maverick o En qué piensan las mujeres.
No exenta de ciertos tópicos –la policía mejicana, los tics de los mafiosos, etc– Vacaciones en el infierno resulta una película más que saludable como vehículo de recuperación del actor, y de paso para ofrecernos un entretenimiento que, si bien nunca llegará a las exquisiteces de su Martin Riggs, al menos demuestra que Mel en su salsa es un timador brillante, divertido y con principios. Se agradece también que como pareja no le hayan –o se haya– colocado a una jovencita de 28 años, sino a una madura y atractiva actriz colombiana de 46 años llamada Dolores Heredia –más hispano, el nombre, imposible– a la que recordamos por su gran trabajo en Santitos y Rudi y Cursi. Junto a ella un habitual ya de nuestro cine, Daniel Jiménez Cacho, probablemente uno de los mejores actores mejicanos del momento, en el papel de un villano algo arquetípico pero sin reparos.
Gibson, que además de producir y protagonizar ha metido mano en el guión junto a Stacy Perskie, ha contratado como director a Adrian Grunberg, director de segundas unidades en películas de acción y que también colaboró con el propio cineasta en Apocalypto. En todo caso, el toque de Mel está presente en un producto fabricado para lucimiento propio –él mismo lo produce, ya hemos dicho–, algo que esta vez no es un handicap, sino una ventaja.

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