El guionista y director Guillermo del Toro se ha dedicado últimamente a las tareas de productor, como lo demuestra su presencia en películas como Los ojos de Julia, Kung-fu Panda 2, El gato con botas o la que nos ocupa, No tengas miedo a la oscuridad. En esta ocasión, Del Toro es, además de productor, responsable de un guión –co-escrito junto a Mathew Robbins– que comenzó su andadura en 1993.
No tengas miedo a la oscuridad es en realidad un remake de la película para televisión del mismo título –en España se estrenó como Frío en la noche–, producida y estrenada en 1973 y protagonizada, entre otros, por Jim Hutton y Kim Darby, a la que recordamos sobre todo por su papel de jovencita en Valor de ley, junto al duque John Wayne. Con un presupuesto ajustado al formato –la televisión– esta tv movie demostró que las enseñanzas de Alfred Hitchcock eran perfectamente válidas: avanzar sin mostrar, utilizando para ello la luz, la oscuridad, la fotografía y la música. Con esos elementos, esta singular versión televisivia consiguió provocar auténticos escalofríos. La historia de una pareja instalada en una antigua mansión familiar y la presencia de unos entes extraños, no suponía ninguna novedad argumental, pero la humildad de la propuesta y la eficacia a la hora de utilizar y dosificar sus recursos la han convertido en una película de culto.
Partiendo de ese mismo material, Del Toro y Robbins han escrito un guión de género –terror– que ni mejora ni ofrece nuevas perspectivas sobre el original. Salvo, que consideremos dentro del terreno de las aportaciones el pecado de romper la regla antes mencionada, es decir mostrar en lugar de esconder. De este modo, productor y director no tienen reparos en presentarnos a unos pequeños monstruos, perfectamente digitalizados, pero que dada su falta de entereza, terminan importando más bien poco. Jugando con todos los tópicos conocidos –escaleras, amplias habitaciones, claroscuros, escenas de bañera, sótanos peligrosos, jardines escondidos, etc– han apostado por traspasar el protagonismo: esta vez la elegida no es la esposa del protagonista –así era en la original– si no la hija del marido, una niña de diez años. La fotografía y la música son también dos de las recursos con los que juega perfectamente Troy Nixey, dibujante de cómics que debuta con esta película, sin estrépito pero con profesionalidad.
La mejor baza de No tengas miedo a la oscuridad no es la presencia de dos estrellas como Katie Holmes o Guy Pearce, sino una prácticamente desconocida Bailee Madison, a la que con tan sólo doce años le auguramos un brillante futuro en el mundo del cine.
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