Heredera de la saga de Transformers, se nos presenta Acero puro, película escrita por Dan Gilroy –esposo de la actriz Rene Russo–, Jeremy Leven y John Gatins y dirigida por Shawn Levy para la que –no sabemos con que argucias– han conseguido convencer a una superestrella, Hugh Jackman, y a una estrella en ciernes, Evangeline Lilly, conocida sobre todo por su papel en la serie Lost. En realidad, más que acero, lo que han logrado es mimetizar todos los tópicos –fundamentalmente los malos– de las películas de boxeadores, con mención especial para Rocky y Campeón.
El guión de Acero puro –basado en una relato del novelista Richard Matheson que la serie The Twilight Zone adaptó para la televisión– plantea una historia futurista –si es que al 2050 le podemos aplicar hoy en día ese término–, ambientada en un mundo en el que la lucha entre ciber-robots , sustituto del boxeo entre humanos, es el espectáculo de moda. Son muchos los problemas que padece esta prima hermana de Transformers. El primero, sin ninguna, es el de ofrecer una historia de bajo –casi nulo– interés en la que un padre debe recuperar a su hijo perdido tras la muerte de su ex esposa. Ni el guión ni la dirección consiguen atrapar el espíritu de una historia –el original de Matheson así lo merece– que debería haberse desarrollado según otros criterios argumentales. En su defecto, Acero puro, se deja la piel intentando demostrar que aplicando la metodología y la estructura narrativa de las películas de boxeo y dejando el resto para unos –conseguidos– efectos especiales a base de animatronics se puede conseguir una buena cinta de acción. Pues va a ser que no. La carencia absoluta de una trama que emocione y con la que el espectador empatice, deja en ridículo muchas de sus secuencias. Incluso en las peleas entre robots el grado de patetismo escenográfico del público que grita y jalea a los gigantes de acero es tal, que produce vergüenza ajena.
Salvo que consideremos la pulcritud escultural de Hugh Jackman y de su parteneaire, Evangeline Lilly, no hay en Acero puro ni una sola muestra de talento que nos obligue a dedicarle más tiempo del estrictamente necesario.
+ Info.
No hay comentarios:
Publicar un comentario