viernes, 2 de diciembre de 2011

"Medianeras", amor virtualmente melancólico

Gustavo Taretto, tras haberse cimentado una carrera como cortometrajista, ha debutado de forma brillante con una historia perfectamente resuelta, ingeniosa en su planteamiento y entretenida en su desarrollo. Medianeras, adaptación del corto del mismo nombre y autor, es una melancólica historia de amor entre dos personajes, Mariana y Martín, cada cual más singular. Ambos son vecinos en esa ciudad perfecta y acertadamente definida en su prólogo, Buenos Aires, pero jamás se han cruzado. Sus vidas discurren de forma paralela al tránsito de la propia ciudad: mientras Martín sobrevive a sus neurosis –prácticamente todas las conocidas– gracias a las pastillas, la fotografía e internet, Mariana reconstruye su vida tras una desastrosa relación. La búsqueda del amor y las fórmulas para encontrarlo, y desencontrarlo, son las claves que Taretto plantea en Medianeras.

Dan vida a los dos protagonistas la española Pilar López de Ayala, forzando un acento argentino que –a nuestro justo entender– supera el examen con nota, y Javier Drolas, protagonista también del corto del mismo título. Los dos defienden con credibilidad y ternura a dos personajes escépticos, y bastante pesimistas, abocados a una búsqueda perpetua de su Wally amoroso.

Personaje fundamental, tal y como Taretto lo presenta en el filme, es la ciudad y su arquitectura: una ciudad "superpoblada, en un país desértico",  construida de forma arbitraria, sin razón, sin sentido, por pura inercia, un edificio muy alto pegado a otro muy bajo, algo que le sirve también para ilustrar cómo es el alma del porteño: a veces reflexivo, a veces intuitivo y, muchas veces, irracional. Y de este modo, sin la presencia del autor –aquí guionista y director– ejerciendo de Deus ex machina, sería imposible que Mariana y Martín se cruzasen. Medianeras está construido sobre esa base y mantiene el ritmo, a veces excesivamente pausado, hasta el final. Inclinado más hacia la comedia que hacia el drama, su juego deambula entre la melancolía y el optimismo romántico. Porque al final, lo que cuenta, es que los dos protagonistas están diseñados para encontrarse. ¿Cuándo? Habrá que ver la película para averiguarlo.

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