A estas alturas de su vida, David Cronenberg ya no le tiene miedo a nada ni a nadie, cinematográficamente hablando. Esa es una de las razones por las que se ha atrevido a llevar a la pantalla las contenidas e intelectuales relaciones entre Carl Jung, Sabina Spielrein y Sigmund Freud.
Christopher Hampton, guionista de considerada reputación gracias a trabajos como Carrington, El americano impasible o Expiación, escribió Un método peligroso a mediados de los años ochenta tomando como base la novela de John Kerr A Most Dangerous Method. Su enorme interés por la psicología le llevó a documentarse sobre las extrañas vinculaciones, encuentros y conversaciones entre estos tres personajes justo en el momento en el que ellos eran los pioneros de una teoría revolucionaria, el psicoanálisis. Lo que comenzó como guión terminó convertido en The Talking Cure, una obra de teatro que se estrenó con éxito en el Nacional Theatre de Londres, con Ralph Fiennes en el papel de Jung, y más tarde en el guión de Un método peligroso por encargo del propio director.
Sorprende el interés de Cronenberg por una obra basada en las relaciones entre dos mentes brillantes, Freud y Jung, sus discrepancias emocionales y sus diferencias sociales y económicas, y en medio de ambos la relación amorosa entre el segundo y una de sus pacientes, Sabina Spielrein. Aunque si hacemos repaso de sus últimos trabajos nos encontramos con una trayectoria cada vez más interesada por la introspección y los dilemas morales de sus personajes –Una historia de violencia, Spider, Promesas del este–, algo con lo que se juega continuamente en Un método peligroso.
El guión de Hampton que nos traslada Cronenberg incide en la vida de los tres personajes y se nos presenta en varios momentos de sus respectivas vidas, siendo el más apasionante el encuentro entre Jung y Freud, y ahí es cuando el talento de dos grandes actores como Michael Fassbender –Jung– y Viggo Mortensen –Freud– consigue acaparar la tensión necesaria para que el espectador termine atrapado en las redes de una historia narrada sin efectismos ni abusos. Cronenberg presume en Un método peligroso de un cine esquemático, casi minimalista, empleando pocos movimientos y sugiriendo la música en muy pocas secuencias. Deja prácticamente desnuda su propuesta para que sean los actores y sus diálogos quienes tomen las riendas de la historia y manejen una película extraña e interesante que, aunque alejada del universo Cronenberg, no deja de sorprender.
Más impresionante la contención de Fassbender, tampoco desmerece la presencia de Keira Knightley o la del propio Viggo Mortensen, actor que estos días se deja la piel en nuestros escenarios con la obra Purgatorio junto a la también actriz Carme Elías.
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