Podemos decir sin miedo a equivocarnos que Jon Lucas y Scott More son dos de los guionistas más afortunados de Hollywood. Este año, el tándem, ha conseguido colocar Resacón 2 ¡Ahora en Tailandia!, El cambiazo –recién estrenada– y la que ahora nos ocupa, Atraco por duplicado, en las carteleras de todo el mundo. En total tres guiones de sendas comedias, la primera de ellas con una taquilla más que considerable, que les han permitido el lujo de debutar cómo directores con 21 and Over, película que ruedan precisamente estos días.
A diferencia de sus otras comedias, Atraco por duplicado, es todo un ejercicio de escritura teatral: su acción transcurre en un espacio único y cerrado, una sucursal bancaria, y sucede prácticamente en tiempo real. El argumento es simple –dos bandas coinciden en robar el mismo banco– pero muy efectivo y desde los títulos de crédito ya se nos advierte que la inspiración de este singular atraco bebe de fuentes como Charada o Un diamante al rojo vivo y las clásicas películas de atracos de bancos. Y como en las buenas comedias de ladrones, aquí no todo es lo que parece. Es en ese juego, y en una buena parte de sus diálogos, donde la película se defiende con buenos argumentos, aunque con gags menos gamberros y más predecibles que los de Resacon en Las Vegas, hasta ahora su guión más redondo y salvaje.
Menos acierto muestra esta historia a la hora de crear y presentar personajes. El mismo protagonista, interpretado con no demasiada sangre por Patrick Dempsey, deambula durante los 87 minutos sin encontrar en ningún momento su lugar ni dar pistas de quién es en realidad. Del resto, solo destaca la creación de ese extraño y demente Tim Blake Nelson y la belleza sexy y madura de una desaparecida del cine de calidad, Ashley Judd.
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