lunes, 4 de julio de 2011

"Hermano", el fútbol como disculpa para hacer buen cine

Son tan pocas y tan contadas las películas que el cine le dedica a ese deporte nacido inglés pero perfectamente adoptado por el carácter latino, llamado fútbol, y tan escasos y aislados los ejemplos de cine venezolano en nuestras salas, que cuando llega nos pilla a todos casi de vacaciones. Aún así, es de agradecer la valentía de los distribuidores –aunque, siguiendo las reglas del marketing, hubiese sido más acertado estrenar en plena Champions y ligar el estreno al apogeo del fútbol–  para traernos este ejemplo de cine por encima de la media. Porque Hermanos, sin ser una obra maestra, tiene un pulso, un ritmo, un montaje y una realización visualmente brillantes.

Su relato se basa en los lazos de cariño y la amistad forjados entre dos hermanos –hermanastros en realidad, ya que uno de ellos fue encontrado en una escombrera y adoptado- y como el fútbol se convierte en reflejo y presencia constante en sus vidas, tal vez una salvación. Seguramente algunas voces clamarán por la falta de figuras, es decir estrellas, en el telón de fondo de la historia: no se mencionan, ni se ven, a ídolos del pasado tipo Maradona o Pelé, tampoco del presente como C. Ronaldo, Messi, ni siquiera a los locales como Giancarlo Maldonado o Renny Vega. Y quizá esa sea también una virtud que debemos agradecer a su guionista y director, Marcel Rasquin, que debuta con buena nota en el mundo del largometraje.

Más que una visión del fútbol, Hermano nos ofrece una historia de profunda amistad enmarcada en un entorno suburvial, hostil y miserable, un retrato con una crítica social y económica no constante ni latente, pero presente durante todo el metraje. Es esa Venezuela que a su presidente y a muchos políticos no les gusta ni interesa mostrar, una Venezuela tan real como sus concursos de belleza o sus paradisíacas playas. Por estilo visual, e incluso por temática, Hermanos nos recuerda lo mejor de Ciudad de Dios, menos pretenciosa en ambiciones narrativas y en presupuesto. Y si a aquellos niños de Brasil les salvaba la fotografía y la música, a estos dos venezolanos sólo el fútbol les puede librar de una vida abocada al robo y la delincuencia.

No hay comentarios: