James Wan, creador de ese fantasmagórico personaje llamado Jigsaw –Saw– un espectro sádico capaz de someter a sus víctimas a un campeonato interestelar de torturas, vive de las rentas y bajo la sombra de tan siniestra como acertada creación. Sus trabajos anteriores, Sentencia de muerte y Silencio desde el mal, así lo atestiguan. En Insidous, Wan, ha intentado dar un paso adelante intentando definir un terror menos físico y más psicológico, interiorizado en la frágil mente de un niño.
Y aunque el resultado es menos brillante de lo que se nos promete durante la primera hora, no por ello deja de ser interesante. La película se presenta como un producto perfectamente definido que cumple con todas las expectativas del género y que bebe directamente en dos clásicos como Poltergeist y El Ente. De la primera –hasta se permite homenajear a Zelda Rubinstein, la médium enana– recoge ese profundo alegato en defensa de la familia como pilar fundamental de la sociedad actual, así como la búsqueda del hijo perdido en un mundo de almas diabólicas. El espíritu frustrante de la lucha contra lo desconocido y el uso no abusivo del efectismo y los trucos digitales provienen directamente de El Ente, buena prueba de ello es la presencia de la protagonista de aquel, Barbara Hersey.
Desasosegante durante buena parte de su metraje, estremecerá al espectador y quizá se convierta en un clásico de culto para las generaciones actuales, más distantes de las pioneras del terror de los 80 y a las que parece sólo se les puede convencer a golpe de remake. Un acertado cásting encabezado por Rose Byrne en el papel de madre y por el, siempre inquietante, Patrick Wilson en el de padre, dan forma a uno de los pocos trabajos dignos que el terror ha tenido a bien ofrecernos la cartelera en lo que va de año.
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