¿Hay algo peor que una comedia innecesaria, con un tema manido hasta la médula y previsible hasta en los títulos de crédito finales? Sí: que ese presunto y previsible final se hagan de rogar hasta la exasperación. Es lo que pasa, a grandes rasgos, en Algo prestado, una historia que, utilizando su propio título, toma prestado argumento, tramas, personajes, y hasta las poses de otras cientos de comedias al uso, entre las que destacan, por pioneras y originales, La novia de mi mejor amigo y la El día de la boda, ambas con el mismo protagonista, Dermot Mulroney.
Una lástima que, sin embargo, los productores no hayan querido tomar prestado de estas dos anteriore un cásting encabezado por actores de comedia más sólidos y creíbles. A cambio, Ginnifer Goodwin y John Krasinski hacen lo que pueden –más bien poco– frente a actores tan insustanciales como Colin Egglesfield, o a una Kate Hudson abocada a comedias intrascendetentes cortadas por el mismo patrón (quien por cierto, ya participó en una comedia al uso de corte sospechosamente similar). Y es que ninguno de ellos consigue encandilar, o al menos interesar, un poco en un guión tan soso como casi todos sus protagonistas.
Algo prestado está basado en una novela de Emily Griffin, aunque ni su guionista, Jenny Zinder –curtida en series como Las chicas Gilmore, Men in Trees o Mujeres de Manhattan–, ni su director Luke Greenfield –con 'hazañas' tales como Estoy hecho un animal o La vecina de al lado– , han sido capaces de dotar de la más mínima entidad a la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario