Nos dicen en la promoción de esta película, incluso en su sinopsis, que Beginners es una comedida dramática que “explora el humor, la confusión y el amor”. Y de todo esto sólo es cierto lo último. Es decir, que explora, un poco, el amor. Para aclararnos, Beginners tiene de comedia lo que el colesterol de sano.
Mike Mills, responsable de multitud de vídeoclips y también de una interesante primera película de título Thumbsucker, ha escrito y dirigido esta historia basándose casi totalmente en sus propias experiencias: al morir su madre y después de 44 años de casados, su padre le reveló que era gay, que su madre lo sabía y que a partir de ahora iba a pasar el resto de su vida orgulloso de su condición sexual.
La revelación, que dejó al director prácticamente desarmado y sin palabras, se convirtió en muy poco tiempo en el guión de Beginners, película que, como ya hemos advertido, tiene poco –más bien nada– de comedia, y mucho de drama: su protagonista se enfrenta a varios problemas encadenados, el primero la muerte de su madre a causa del cáncer, el segundo saber que tanto ella como su padre han vivido un matrimonio de mentira, ya que uno de ellos era homosexual, y el tercero, quizá en el que más hincapié hace la película, la pérdida de un padre que justo acababa de comenzar a rehacer su vida fuera del armario. Por si eso no fuera suficiente, Oliver (Ewan McGregor), no sabe qué hacer con una historia de amor fugaz con la que se acaba de tropezarse por casualidad.
Beginners utiliza recursos como el salto atrás y adelante en el tiempo, las falsas narraciones, las fotografías o los dibujos –la profesión de Mills, ilustrador y diseñador, así se lo permiten– acompañados de la voz en off de su protagonista, para conformar un retrato irregular, que cabalga entre la empatía y las emociones que produce la pérdida de un ser querido, y el hastío de cómo enfrentarse a la realidad de un nuevo e impredecible amor en esa misma situación. No es una película imperfecta, pero sí podría haber sido mucho más de lo que es. Y si algo no desmerece, es la presencia de un Christopher Plummer en su mejor momento y de la expresiva y taciturna Mélanie Laurent, actriz francesa a la que también hemos visto en los Malditos Bastardos de Tarantino.
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