Los responsables, productores, guionistas y director, han concebido esta segunda entrega de Cars como un homenaje a las películas de espías, un mezcla cómico-paródica a medio camino entre Los Vengadores y James Bond. Los coches, aportación más que anecdótica a la iconografía de este último, permiten esas y muchas otras licencias. Personaje clave, fundamental en el desarrollo de esta historia es Fin McMissile, un Aston Martín con todos los tics, frases, guiños y homenajes a tan sofisticado agente y al que da vida, o mejor voz, Michael Caine. Todo esto por supuesto, para quienes se atrevan con el reducido número de copias que se estrenará en su versión original.
La segunda aportación de Cars 2 se refugia en algo mucho mas obvio, la Formula-1. Lo que permite a los distribuidores encajar en la fisonomía de sus protagonistas a algunos personajes mediáticos sobradamente conocidos en nuestro país, como por ejemplo Antonio Lobato, Pedro Martínez de la Rosa o el mismísimo Fernando Alonso –en su versión original también podrán escuchar a Lewis Hamilton y a, sorpresa, Sophia Loren–.
Como su predecesora, Cars 2 se mueve más en el terreno del cine infantil, público que Pixar –ahora ya Disney–, de forma inteligente, no quiere dejar escapar. Para ellos es pues este espectáculo de comedia blanca en la que apenas queda espacio para la travesura. Su responsable, John Lasseter regresa a la dirección, después de unos años refugiado únicamente en tareas de productor ejecutivo, aunque su mano apenas se nota, y Cars 2 se queda a mucha distancia de proyectos suyos tan originales y geniales como Toy Story o Bugs, y por supuesto todavía mucho más de otros surgidos de la factoria Pixar tales como Monsters, Up, y por supuesto de esa obra maestra llamada Wall-e. Porque lo mejor de Cars 2 no es la película sino el corto que la precede con los personajes de Toy Story. Resumiendo, un producto de animación 3-D que cumple su objetivo, aunque sin molestar ni trascender.
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