Cómo acabar con tu jefe, para desgracia de empleados y beneficio de empleadores, no es un manual sobre cómo deshacerse de esos engorrosos, chillones, injustos y autoritarios jefes. Y sí, en cambio, una comedia semi-negra, sobre hasta dónde son capaces de llegar tres trabajadores modelo para conseguir que su vida sea un poco más placentera.
Su director, Seth Gordon, ha querido plasmar en este, su segundo largo de ficción –debutó con Como en casa en ningún sitio– las duras vivencias de tres amigos acuciados por el mismo problema: sus tiránicos y extravagantes jefes. Con un guión firmado por Michael Markowitz, John Francis Daley y Jonathan Goldstein –estos dos últimos protagonista y guionista respectivamente de la serie Bones– la historia oscila entre una comedia negra y el slapstick absurdo, sin llegar a ser ninguna de los dos. Y sin conseguir el grado de redondez de comedias recientes como La boda de mi mejor amiga, Cómo acabar con tu jefe contiene algunos gags ocurrentes y una buena elaboración de diálogos, algo que aplicado a un grupo de actores dotados para la comedia se convierte en una película con más aciertos que errores.
Destaca por encima del resto la solidez del personaje de Kevin Spacey, apuntada desde la primera secuencia y que, aún sin un remate brillante, sostiene buena parte de la historia. Por supuesto Jennifer Aniston, cuya vis para el género ha quedado ya sobradamente demostrada en las diez temporadas de la genial Friends; y con dos descubrimientos: el de un transformado Colin Farell y el de un Jaime Foxx extraordinaria y singularmente dotado para la comedia con una simple mirada. Menos espectacular pero igual de efectivo el trabajo de Jason Bateman, Jason Sudeikis y Charlie Day, a la sazón, los tres protagonistas “buenos”. Ellos y sus diálogos, hacen de este trabajo una película menos negra de lo que se merecía pero sumamente entretenida.
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