lunes, 5 de marzo de 2012

"Hugo", fiel adaptación de amor al cine

El año 2011 pasará a la historia por dos circunstancias cinematográficas contradictorias: la primera, la consolidación en las taquillas del cine en 3-D; la segunda el regreso al cine de calidad basado en las historias, los personajes y sus acciones. De forma totalmente paradójica, la última película de Martin Scorsese, Hugo, se cruza en el camino de ambas ya que, partiendo de una novela gráfica, se conforma como un homenaje a los orígenes del cine, pero lo hace utilizando para ello todas las armas tecnológicas a su alcance, y entre ellas, como no, el 3-D.

El material que sirve a Scorsese es esta vez La Invención de Hugo Cabret, una novela gráfica en la que Brian Selzcnick combina la técnica del dibujo a mano alzada y carboncillo realista con el de la literatura. Estamos ante un estilo que cada día empieza a estar más de moda y que en este caso, además de perfectamente justificado, ofrece como resultado una historia apasionante contada con sumo detalle, con mimo y con enorme pasión hacia el séptimo arte. Selzcnick utiliza la novela histórica, es decir personajes reales en su propio contexto, pero dotándoles de cualidades muy próximas a las de los cuentos de hadas. Por eso La Invención de Hugo Cabret es lo más parecido a una obra maestra en su género, y seguramente por eso el cineasta puso sus ojos en este proyecto para llevarlo a la pantalla.

Scorsese ha respetado muchos de los momentos que aparecen en la novela, entre otras razones porque su presentación es inmejorable, incluso para el cine. A cambio, y puesto que se trata de homenajear al cine desde el cine, ha contado con un material con el que ni la literatura, ni la novela gráfica, pueden igualar: las películas originales de ese brillante ilusionista y mago teatral que fue Georges Méliès. Aún siendo una ventaja, Scorsese, sin embargo, ha sido incapaz de trasladar por completo la profundidad de la historia, y al final su relato, con toda su compleja arquitectura cinematográfica, no consigue empatizar y emocionar al mismo nivel que lo consigue Selzcnick en su novela.

Quizá la excesiva –aunque necesaria– preocupación por los detalles técnicos han desviado la atención de la necesaria humanidad de los personajes. Scorsese se ha dejado llevar por un material –el mismo con el que están hechos los sueños, como se decía en El Halcón Maltés– novelesco plagado de acciones, para detenerse muy poco en la construcción de sus personajes.

Pero incluso con esos inconvenientes, Hugo es una obra más que digna, que en estos tiempos de tecnologías y efectos abusivos, nos ayuda a comprender el por qué de la magia del cine. No es casualidad que las dos películas que con mayor cosecha se presentan a los Oscar –The Artist y Hugo– nazcan de sendos homenajes a los orígenes del cine. No vamos a contar nada más sobre el argumento o su desarrollo, entre otras razones porque cuanto menos sepamos de ella, más podremos disfrutarla.


+ Info. 

No hay comentarios: