Antes de seguir aclaremos lo evidente: Capitán América es el superhéroe más Made in-from-for USA de todos los existentes; nació como reclamo publicitario para vender el american way of life de los 40, un país libre y democrático frente a una Europa plagada de nacionalismos e imperialismos. Un encargo que le ha pasado una evidente factura y que le ha mantenido recluido durante unos años de las viñetas y marginado del mundo del cine. Ahora bien, dicho esto ya podemos centrarnos en la película. Y como tal, este Capitán América, fiel reconstrucción, apela a sus orígenes y consigue sumergirnos en una aventura de superhéroes –superhéroe en este caso– y que gracias a un acertado toque vintage se aproxima al estilo que Guillermo del Toro creo para su primer Hellboy.
Resulta paradójico que su protagonista nazca prácticamente digital –proceso de credibilidad obligado al querer utilizar al mismo actor para dar vida tanto al alfeñique Rogers como al musculado Capitán– y comience a perder su digitalización y efectos en favor de una desmedida musculación, trabajada pero real al fin y al cabo, a medida que el personaje se aproxima al terreno del superhéroe.
El guión de Christopher Markus y Stephen McFeely incide en los orígenes del personaje, allá por los años 40, para terminar recordándonos cómo fue su llegada hasta nuestros días. Con algún que otro bache narrativo que terminamos olvidando gracias a un ritmo frenético –algo excesivo en batallas–, este Capitán América es un producto para el entretenimiento perfectamente elaborado. Su director, Joe Johston, acostumbrado a proyectos algo más infantiles –Cariño, he encogido a los niños, Jumanji, Octubre Sky, Rocketeer, etc – se maneja perfectamente en este ambiente de buenos y malos con historia de amor incluida, en el que se deja entrever la gran presencia del malo interpretado de forma contundente por Hugo Weaving.
Los productores han aprendido de los errores del pasado –el personaje ya vivió una sufridísima versión en 1990– y han conseguido una historia mucho más acorde con lo que piden los tiempos, amén de exprimir al personaje, y con él al actor –Chris Evans ha renunciado, merced a un contrato millonario, a protagonizar de nuevo a Antorcha en la saga de los 4 Fantásticos–, hasta el punto de requerir su presencia en la reunión de Superhéroes que ya se cuece en Hollywood con el título de Los Vengadores. Especial atención deben poner los fans de los cómics a la presencia de personajes que también aparecen en Ironman o Thor, y entre los que destaca el padre del primero, Howard Stark, esa especie de Howard Hughes de la ficción.
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