Milton (Nicolas Cage), escapa del Infierno para recuperar a su nieta, que ha sido raptada por un fanático líder satánico y que será sacrificada en el plazo de cuatro días. Al equipo de los buenos se le une Piper (Amber Heard), una dura y joven ex camarera, que además de dar buenas patadas pone la parte sexy en la historia. Los dos serán perseguidos por ‘El contable’ (William Fichtner), un sicario del infierno, con muy malas pulgas y un singular sentido de la justicia.
El resultado es una película a la que tampoco podemos tomar demasiado en serio, pero que sin embargo resulta socarrona, divertida y muy entretenida, algo que hoy en día se agradece, sobre todo si tenemos en cuenta que lo que estamos viendo es un producto de bajo consumo y sin apenas pretensiones. Patrick Lussier –montador de innumerables filmes de terror, entre ellas la serie de Scream– ha conseguido su mejor producto hasta la fecha incluyendo chicas, o mejor dicho chica, coches, persecuciones, explosiones, muchos disparos, 3-D, y unos diálogos que beben en películas tan sanamente divertidas como Posesión Infernal (Evil Dead, 1981) o Terroríficamente muertos (Evil Dead 2, 1987) del maestro Sam Raimi.
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