Construir una comedia estándar para Hollywood se basa en tres premisas básicas: un guión con personajes extravagantes y diálogos discordantes; unos actores más o menos conocidos por comedias previas que aseguren unas cuantas carcajadas; y un poco de acción bien dosificada. El resto lo pone una dirigida y bien encauzada campaña de marketing. 30 minutos o menos cumple casi a rajatabla esos requisitos. Y por eso probablemente consiga una más que discreta taquilla.
Su guión, cuentan, estuvo vagando de productora en productora hasta que consiguió entrar en la llamada “lista negra”, dónde van a parar los mejores guiones pendientes de producir. De sus actores destacan Jesse Eissenberg y Danny McBride, sobre quienes recae buena parte del peso cómico de la historia. Ambos, y con la ayuda de Nick Swardson y Aziz Ansari, defienden por momentos gags extraños y diálogos que por extravagantes y absurdos terminan provocando alguna que otra carcajada. Y si a eso le añadimos un leve toque de acción provocado por varias persecuciones en coche y algún que otro tiroteo, ya tenemos montada la comedia gamberra para adolescentes de este mes de noviembre.
Contratar a Ruben Fleischer, director de Bienvenidos a Zombieland –así como a su protagonista, Jesse Eissenberg– es toda una declaración de intenciones. Porque ese es el modelo de comedia en el que estaban pensando sus productores y a quien parecerse, sin conseguirlo. Su alocada aventura se queda finalmente en una gamberrada, que divertirá a algunos y que otros olvidaremos rápidamente. Pero que en cualquiera de sus variantes servirá de aliciente económico para que el equipo artístico siga haciendo cine. Ojalá de mejor calidad que éste.
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