jueves, 3 de noviembre de 2011

"One day", amores imposibles

Dicen quienes han leído la novela de David Nicholls, One Day, que la directora Lone ScherfigItaliano para principiantes, An Education– la ha adaptado con sumo respeto. Aunque si hay ser honestos, la realidad es que una buena parte de ese mérito debe recaer en el propio autor, Nicholls, ya que él es quien ha firmado también el guión de la película.

Presentada como comedia romántica, One Day es en realidad un drama sobre la relaciones de una singular pareja de amigos: dos personajes cuyos encuentros y desencuentros durante más de veinte años no les permiten confirmar su amor. La película selecciona momentos claves de esa relación, retratos temporales rodados con mimo y detalle, que servirán para transmitirnos el abanico de emociones de su protagonistas y cómo sus dificultades para comunicar su amor les niegan una y otra vez la tan ansiada estabilidad.

Destaca, además del gran trabajo de elipsis –elegir y descartar es una de las tareas más difíciles para un director a la hora de adaptar, mucho más para el propio autor de la novela y del guión– de Lone Scherfig, la presencia de una actriz como Anne Hathaway –sorprendente elección para el filme–, una americana que ha entendido y comunicado perfectamente todos los estados de ánimo de la Emma Morley de Nicholls. Un poco menos el de Jim Sturgess, joven talento británico al que hemos visto recientemente en Across the Universe y Heartless, tal vez por que a su personaje, un joven productor y presentador de televisión, inmaduro y mujeriego, le toca lidiar con la peor parte del drama, la culpabilidad de una relación que nunca consigue fructificar.

One Day tiene más virtudes que defectos. La primera sin duda una dirección acertada que no ha permitido que su obra se convierta en la típica comedia dramática made in Hollywood predecible y plagada de tópicos. Acercarse a sus personajes de forma humilde, sin sofisticación, a partir de sus comportamientos naturales y sin buscar la complacencia del público con diálogos cómicos, entre otras porque no se trata de una comedia, ni lo pretende. Con todos esos elementos, Lone Scherfig ha conseguido una historia emocionante, romántica y realista, que sin ser perfecta, deja un entrañable sabor a buen cine.

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