domingo, 23 de octubre de 2011

"Noche de miedo", menos miedo y menos comedia

Seguro que a todos nos provoca cierto cansancio y una enorme pereza mental asistir semana tras semana a cuartas, quintas, sextas partes y hasta a remakes interminables de películas más o menos recientes. Pues vayan acostumbrándose porque esto no ha hecho más que empezar.

Esta semana nos llega precisamente el de aquella famosa película de 1985 titulada también Noche de miedo (Fright Night), ópera prima escrita y dirigida, aquella, por Tom Holland, quien con el tiempo se convertiría –además de actor–, en alumno primerizo del cine de terror, con hitos tales como La sustituta o Muñeco diabólico.

El remake sirve –como es costumbre– para que los más jóvenes se pongan al día de las andanzas de esa especie de vampiro diabólico capaz de saltarse los tópicos del género y recorrer su vecindario a pleno sol o en mitad de la noche, según convenga por secuencia y argumento. El misterio, y por supuesto el miedo, están servidos merced a un guión escrito por el propio Tom Holland y al quien debe todas sus excelencias esta nueva Noche de miedo dirigida por Craig Gillespie, responsable de comedias como Lars y una chica de verdad y Cuestión de pelotas, distantes, por género y estilo, de ésta que nos ocupa.

En la actualización nos encontramos a partes iguales, aciertos y desaciertos. Entre los primeros la presencia de Colin Farrell en la piel de ese malvado vecino, de nombre Jerry, cuyas oscuras intenciones convertirán en un infierno la vida de sus vecinos. Farrell demuestra que sus aportaciones al tipo misterioso y diabólico están a la altura del siempre inquietante Chris Sarandon, a quien productores y director le han permitido un breve, brevísimo, cameo. Igual de refrescante la presencia, como secundaria, pero siempre enérgica, de Toni Collette, dando vida a la madre del protagonista, auténtico guiño a su imborrable personaje de la magnífica serie United Status of Tara.

El desacierto, en cambio, es no haber sido capaces de componer un cazavampiros a la altura de aquel singular, apocado y ridículo interpretado por Roddy McDowall que tan buenos momentos nos regaló en la original. El guión de Marti Noxon –autor en series como Buffy, Angel, Anatomía de Grey o Mad Men, entre otras– prescinde igualmente de ese tono de comedia casi por completo y se deleita con la maldad y el ambiente adolescente –chicas, instituto y esas cosas–, que es lo que parece interesarle más a los productores. Eso y recurrir al mercantilista sistema del 3-D, que quizá ayude a mejorar las cifras de recaudación de la película, pero que nada aporta a lo ya ofrecido por la original.

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