miércoles, 14 de diciembre de 2011

"Mission Imposible", germen de tele y pasta para el cine

Para los adictos a las series de televisión, las siglas de F.M.I., además del Fondo Monetario Internacional, esconden una de las serie de acción y espionaje más famosa de los años 60. Bajo ellas actuaba la famosa Fuerza de Misión Imposible, un grupo de especialistas singularmente preparados para salvar al mundo de las garras de dictadores, organizaciones terroristas y conspiraciones internacionales comunistas: lo que en la ficción se conocía como Mision: Imposible, creada por el guionista Bruce Geller,  y cuya cabecera, amenizada de forma sugerente por un tema de Lalo Schifrin, se convertiría en auténtica escuela televisiva. Durante siete años, el equipo formado por Peter Graves, Steven Hill, Barbara Bain, Martin Landau y Greg Morris –Leonard Nimoy, Sam Elliot, Lelsley Ann Warren, Lynda Day George y Barbara Anderson formarían parte también del equipo– consiguió atrapar a los espectadores de todo el mundo.




El Equipo C, de Cruise
Unos cuantos años después, a propuesta del propio Tom Cruise y su productora Paula Wagner, se pone de nuevo en marcha el equipo de espías, pero esta vez con diferencias más que sutiles: de entrada lo que en la televisión era una serie coral en la que los perfiles y las presencias estaban perfectamente dosificadas, en la película, el mundo de Mission: Imposible, va a girar –no podía ser de otra manera– en torno al personaje protagonizado por Cruise, Ethan Hunt. Él será víctima perfecta de un plan urdido por uno de sus compañeros que le llevará a recorrer medio mundo para resolver el enigma y de paso limpiar su nombre. Esta primera adaptación se convirtió en todo un taquillazo. La presencia de Cruise así lo auguraba. Al mismo tiempo, el guión firmado por Steven Zaillian, David Koepp y Robert Towne, estaba sostenido por una trama atractiva, muy en la línea Hitchcock –el falso culpable–, con un ritmo trepidante al que el también hitchockiano Brian de Palma aportó lo mejor de su oficio y su pasión. La presencia de John Voight –para no iniciados, padre de Angelina Jolie–, Jean Reno, Ving Rhames, Emmanuel Beart y Vanessa Redgrave daba lustre a una historia de acción. El resultado supuso un regreso brillante del universo de los espías, además de una jugosa recaudación que llevaría a los productores, cuatro años después, a repetir experiencia.



Las palomas de John Woo
Cruise y Wagner querían darle un nuevo aspecto a esta segunda parte. El primer paso sería contratar a John Woo, director que con películas como Una bala en la cabeza o Hard Boiled había reconvertido el cine de acción moderno revisitando para ello clásicos del western como Sergio Leone o Don Siegel, mezclándolo todo con un toque Tarantino para sus escenas más violentas. La versión de Woo incidía en el efectismo, las secuencias de acción –entre ellas una inverosímil y espectacular persecución en moto– y los planos ralentizados a ritmo de moviola. Una espectacularidad que se llevó el rodaje hasta Sevilla, donde Woo, Cruise y compañía se montaron una patética fiesta española en la que se mezclaban, sin pudor alguno, Fallas valencianas con Semana Santa sevillana. Lo más salvable de este terrible bochorno es la presencia de Thandie Newton, actriz de belleza singular, y Richard Roxburgh, un malo de lujo con muchos recursos. Aunque mucho peor considerada por la crítica, esta segunda parte cumplió su objetivo: hacer más taquilla que su predecesora. Y puesto que aquí quien manda es Don Dinero, los productores, con más retraso del previsto, se embarcaron en 2006 en una tercera parte, todavía más arriesgada si cabe.



Perdidos por el espectáculo
Los encargados de darle forma a las nuevas aventuras de Ethan Hunt –M:i:III– serán esta vez los chicos de moda, J.J. Abrams, Roberto Orci y Alex Kurtzman, responsables de fenómenos como Alias o Fringe. Centrados en profundizar en la doble vida del agente Hunt, ahora a punto de casarse, y una misión de venganza que tal vez le cueste la vida de sus seres queridos. Más espectacular si cabe que las dos anteriores, Abrams compone un espectáculo intentando equilibrar acción con emoción. Al final los efectos digitales y las explosiones terminan por inundarlo todo y la parte familiar y emotiva queda anulada casi por completo. Aunque sí es de elogiar la presencia del mal, encarnado esta vez por un actor de talento como Philip Seymour Hoffman, que atornilla al personaje de Ethan Hunt arrastrándole hasta un verdadero precipicio emocional. Con un presupuesto que duplicaba al de la primera parte (150 millones de dólares) su recaudación fue la más baja de las tres, algo que no ha impedido ni a Cruise ni a sus productores embarcarse en una cuarta entrega.


Misión: comedia
Para Mision Imposible-Protocolo Fantasma, ya sin Paula Wagner en la producción, Cruise y Abrams han elegido a Josh Appelbaum y André Nemec –ambos guionistas de televisión, curtidos en series como Alias, Life on Mars o Happy Town– para construir una enrevesada trama de espionaje, como en las anteriores basada en espectaculares gadgets y secuencias de acción, pero salpicada –y esto sí es novedad– por un tono de comedia negra y burlona. Buena culpa de este giro lo tiene la presencia del británico Simon Pegg, que junto con Cruise, demuestran que Ethan Hunt y su equipo también pueden disfrutar con el ácido humor británico. Quizá el elenco de actores es lo más destacable de esta cuarta parte, donde nos encontramos con talentos dispersos, geográficamente hablando: desde Jeremy Renner –protagonista de En tierra hostil– hasta el sueco Michael Nyqvist –la cara de Mikael Blomkvist en la serie Millenium–, pasando por Josh Hollowoy –Sawyer en Lost–, Tom WilkinsonMichael Clayton–, el indio Anil KapurSlumdog Millionaire– o la francesa Léa Seydoux. Un elenco de lujo para una de las producciones más caras de 2011.

+ Info. 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Perdona por el matiz, pero Orci y Kurtzman no tuvieron nada que ver con Lost. Sólo con Alias y hace poco con Fringe.

Interesante análisis.

D-cine dijo...

Muy cierto. Desliz.