martes, 19 de julio de 2011

"Caballeros, princesas y otras bestias", un quiero, pero no puedo, o no sé cómo

No nos atreveríamos a calificar a David Gordon Green de mocoso con ínfulas de autor-director, pero sus escasos 36 años –cinematográficamente hablando– y su aspecto desaliñado a lo Zuckenberg (el creador de Facebook), le han convertido en una especie de adolescente gamberro y bromista tras la cámara. Parece mentira –pero no lo es– que a su corta edad lleve a sus espaldas tantas películas –siete para ser exactos, una de ellas en postproducción– y una serie para la HBO, traducida en España singularmente como De culo y cuesta abajo.

Con semejante currículum llega a su sexta película, Caballeros, princesas y otras bestias, un encargo de amigo, el actor y comediante Danny McBride, que además de firmar el guión la protagoniza. Con ella tanto McBride como Ben Best, ambos guionistas, y su director, Gordon Green, han intentado trasladar el nivel de parodia que tan buenos resultados les dio a los creadores de Shrek. Así, el juego-disputa entre los dos hermanos, el guapo y valiente frente al feo y torpe, funciona medianamente bien cuando el guión les permite saltarse a la torera las reglas épicas de las novelas de caballerías y convertir su aventura en una auténtica montaña rusa de locuras y excesos. El problema es que el relato está plagado de pausas románticas y guiños un tanto tontorrones a las budy movies (películas protagonizadas por dos colegas), que terminan encorsetando personajes y diálogos hasta el punto de impedirles disfrutar plenamente de un espectáculo de incontinencia visual y verbal, que es lo que a los espectadores nos pide el cuerpo.

Aún así, es justo reconocer ciertos momentos brillantes que recogen –y mezclan- el espíritu de películas como La princesa prometida, Los visitantes o, como hemos apuntado antes, el mismísimo Shrek.

A muchos nos hubiera gustado que la presencia de Natalie Portman, además de para enseñar el trasero, se viese correspondida con una presumible vis cómica. La realidad es que, tanto por guión como por intención, ese mérito sólo le corresponde a Danny McBride y a su fiel escudero, papel protagonizado por un semidesconocido Rasmus Hardiker. Del resto, salvables James Franco, Damian Lewis y Toby Jones, extrañas presencias en una semi-desatada comedia paródico-medieval.

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