martes, 19 de abril de 2011

"Caperucita Roja", más hombres lobos que otra cosa

Catherine Hardwicke era, hasta hace unos ocho años, una prestigiosa diseñadora de producción con títulos tan comerciales en su currículum como Tombstone, Mad City, Tres Reyes, o la versión acaramelada de Abre los ojos dirigida por Cameron Crowe como Vanilla sky. Debutó como directora con dos películas sobre adolescentes –Thirteen y Los amos de Dogtown – a la que seguiría una inesperada versión del nacimiento de Cristo –Natividad–, hasta que le llegó el encargo de poner en imágenes el best seller de Stephanie Meyer, Crepúsculo. Y a ella es a la que le debe, para bien o para mal, casi toda su fama, que no su talento.

Cuenta la directora que el guión de esta Caperucita Roja, escrito por David Leslie Jonson, parte de una idea del propio Leonardo Di Caprio, quien además es productor de esta nueva versión del cuento. Con esos mimbres, quizá podríamos esperar una versión edulcorada para adolescentes adictos a la saga de Crepúsculo. La realidad es que, aunque el amor veinteañero está presente en esta historia desde el principio, su desarrollo y evolución la aproximan más a una historia de terror gótico bastante descafeinada. Su argumento está construido sobre la contraposición de dos conceptos: el amor y el miedo. Los habitantes de la pequeña aldea de Daggorhorn han vivido atemorizados por el licántropo prácticamente toda su vida. Y eso les ha impedido tener una vida libre de ataduras, y por supuesto libre de amor. Pero será la llegada de un forastero, el padre Solomon, la que introducirá en sus venas otro nuevo temor, el miedo a su propio vecino.



Narrada con decisión, sobre todo en su parte final, esta versión de Caperucita Roja quiere parecerse, sin conseguirlo, a la magnífica En compañía de lobos que en 1984 dirigiese Neil Jordan. Aunque por estructura, y en ocasiones también por estilo, está más próxima al Sleepy Hollow de Burton o a El Secreto de los hermanos Grimm de Terry Gilliam. Pero sí de algo se beneficia es de un reparto de actores veteranos a los que su presencia –fundamental– nos impide nombrar como secundarios: Gary Oldman y Julie Christie. Él es el brazo justiciero de Dios y ella la misteriosa abuelita de esta particular Caperucita que protagoniza Amanda Seyfreid. Junto a ellos, Virginia Madsen, Billy Burke, Lukas Haas y Max Irons, el hijo de Jeremy Irons al que todavía le quedan muchos platós por recorrer para conseguir alcanzar a su padre.

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