domingo, 10 de abril de 2011

"Sin límites", y sin implicaciones morales

Cuenta una leyenda urbana –con poco o ningún fundamento– que el ser humano sólo utiliza entre el 10 y el 20% de su cerebro durante la vida diaria. Partiendo de este supuesto, el novelista Alan Glynn en The Dark Fields ha imaginado la posibilidad de una droga, el MDT-48, capaz de convertir a quien la consuma en la persona más inteligente, creativa y perspicaz del mundo. Una especie de superhombre o supermujer capaz de descifrar los movimientos bursátiles, entender las fluctuaciones empresariales y escribir una novela, todo al mismo tiempo.

El director Neil Burger, (El Ilusionista), y la guionista Leslie Dixon (Matrimonio compulsivo, Señora Doubtfire), han sido los encargados de adaptar la novela al cine y convertirla en una especie de thriller posmoderno. En él, Eddie Morra, un triste y desorganizado aspirante a novelista, descubre por casualidad una pastilla que cambiará su vida, el NZT, un compuesto que pondrá a su alcance un mundo de lujo, sofisticación y riqueza. Y todo porque gracias, o por culpa de, a esa pastilla su cerebro es capaz de trabajar un 80% más rápido. Su primer efecto será un seguridad extraordinaria para ligar y la posibilidad de acabar ese libro pendiente, en tan sólo cuatro días. Eddie es consciente de que esto sólo es el principio de una nueva vida y está decidido a recuperar a su antigua novia, al mismo tiempo que se convierte en una especie de mago de las finanzas. Pero tras el brillo y la sofisticación que le ofrece el NZT –del que se ha convertido ya en todo un yonki– se esconde una parte oscura y Eddie comienza a perder la noción de sus actos y lo que para él son minutos, se convierten en días o semanas.


Ritmo constante, un excelente y original planteamiento visual y una lucidez para los diálogos, hacen de Sin límites un entretenimiento perfecto, que sin embargo, se pierde en el pozo de la superficialidad, al eludir, totalmente –y sobre todo en su parte final– las implicaciones morales y éticas que conlleva la adicción a semejante droga.

Bradley Cooper, entre sus dos “resacones” (Resacón en Las Vegas, Resacón 2 ¡Ahora en Tailandia!) demuestra su capacidad para salir airoso de un thriller que protagoniza de forma absoluta. Ya que la presencia de ese Robert De Niro innecesario –por lo intrascendente de su personaje– sólo sirve para que su cara en el cartel sirva de reclamo publicitario y permita a Sin límites convertirse en la película de la semana. Y dada la carestía de grandes estrenos, es muy probable que lo consiga.

No hay comentarios: