domingo, 8 de mayo de 2011

"Rompecabezas", la magia de una mujer en una historia sencilla

Rompecabezas es la ópera primera de la argentina Natalia Smirnoff, cineasta que ha crecido, cinematográficamente hablando, gracias a sus participaciones como ayudante de dirección –y también directora de cásting– de compañeros como Marcelo Pinyero (Las viudas de los jueves), Alejandro Agresti (Todo el bien del mundo), Pablo Trapero (Nacido y criado) y Lucrecia Martel (La ciénaga, La niña santa). Para debutar ha elegido una historia propia en la que retrata la fuerza y la determinación de una madre de familia, Carmen (María Onetto), que acaba de cumplir cincuenta años y a la que todavía le quedan muchas cosas por vivir. El día de su cumpleaños alguien, casi por equivocación, le regala un rompecabezas. Su empeño, y una capacidad inusual para recomponerlo, la convierten tan sólo unos días en una adicta a los puzzles. Gracias a este hobby forjará amistad con Roberto (Arturo Goetz), un maduro y culto solterón millonario que busca pareja para un torneo. La aparente fragilidad de María del Carmen queda tocada cuando se da cuenta que existe algo más allá de la cotidianidad de su vida doméstica: un entorno en el que ella participa de forma sustancial, pero en el que nadie –ni su marido, ni sus hijos– parecen tenerla en cuenta.

El rompecabezas del título parece funcionar, por momentos, a modo de metáfora: su familia es el puzzle que ella debe recomponer y al que aporta el equilibrio necesario. El problema es que toda la fuerza con la que la directora desea dotar a su madre-coraje se desinfla poco a poco a medida que avanza la historia. Y lo que debería ser un proceso de aprendizaje, redención y catarsis para toda la familia, se queda, finalmente, en una mínima evolución que le permite a su protagonista crear un reducido universo propio.

Estilísticamente, Rompecabezas presenta lo mejor de cada uno de los directores con los que Natalia Smirnoff ha ido forjando su carrera: la naturalidad, el trato de la música y los silencios de Lucrecia Martel y Pablo Trapero, y la ironía vital de Alejandro Agresti. Una parte de la magia que envuelve la historia pertenece a María Onetto, su fascinante actriz protagonista que inunda cada plano con su cálida presencia. Al final nos queda la duda de saber lo que la directora sería capaz de hacer con un guión todavía más sólido y redonde que éste. Paciencia, es su ópera prima.

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